Precios, mercados, corporativismo y g1

En el libro “Las personas más raras del mundo” de Joseph Henrich, he visto un capítulo que ha llamado mi atención, antes de iniciar la lectura por su inicio, en el que he encontrado muchas sugerencias, y algunos paralelismos, según mi experiencia en los ocho mercados junistas en los que he participado. Unas que pueden resultar útiles para la fijación de precios a aquellos que creemos posibles las diferencias alejadas de la uniformidad, otras para entender algunas interrelaciones personales, así como comportamientos grupales.

Al autor le llamó la atención entre comunidades mapuches del sur de Chile “…que había una diferencia de precios nada trivial, de una tienda a otra, para los mismos productos.” “…me desconcertó que unas tiendas tan pequeñas y tan cercanas unas a las otras pudiesen mantener unos precios distintos para bienes idénticos. ¿No debería la competencia por atraer clientes igualar los precios?”

Durante los meses siguientes fue encontrando pistas para entender esta situación cuando se dio cuenta que “la gente del pueblo parecía comprar siempre en el mismo puñado de tiendas. Algunos iban a dos y hasta tres diferentes, pero nadie se preocupaba de trazar un circuito para optimizar las compras como yo había hecho.” Además, “muchas de aquellas familias eran pobres y no era que les faltase tiempo de hacerlo de otro modo.”

Al final la respuesta le resultó obvia, ya que las compras que realizaban los lugareños “no podían aislarse en una caja económica conceptual, tal y como yo había hecho de forma mecánica, pues se hallaban encastradas en unas relaciones duraderas más amplias e importantes. Claro que se compraba y se vendía, pero se trataba más de un intercambio «interpersonal » que de comercio «impersonal ».”

Dentro de ese comercio interpersonal influían relaciones familiares o de vecindad que incluso se remontaban a generaciones anteriores, o de tipo político, como haber apoyado, o no hacerlo, a líderes políticos bastantes años antes. Por el contrario, para que las “normas de mercado” se puedan manifestar de forma clara, “los mercados impersonales exigen tanto unas relaciones interpersonales debilitadas, como unas fuertes normas de mercado.”

El autor estudia también las relaciones comerciales entre aborígenes australianos, así como la relación histórica entre cartagineses y Libia a través de una descripción de Heródoto, que se realizaba en silencio y sin contacto, pero que debajo de esos detalles, revela que también se basaba en relaciones de igualdad y confianza.

Sigue analizando estas relaciones históricamente, para advertir que con el tiempo grandes familias o grupos “gremiales” pasaron a dominar, o más bien a relaciones de superclanes compuestos por una miríada de patrilinajes, con base al parentesco y la fuerza de la unión de los mismos. “…los lazos entre estos linajes generaban la confianza necesaria para que se concediesen crédito o se hiciesen prestamos entre sí.”

Al final pone de relieva que las relaciones comerciales, “se fundamentan en redes de relaciones interpersonales y en instituciones con base en el parentesco, y no en unas normas impersonales sobre el intercambio con base en unos principios de equidad y confianza impersonal de aplicación general.” Termina: “Los europeos de la Edad Media intentaron crear organizaciones comerciales cimentadas en la familia, pero, ante el obstáculo del PMF de la Iglesia, tales empeños se vieron superados de forma gradual por las asociaciones voluntarias (como los gremios de comerciantes, por ejemplo), las instituciones impersonales y las normas de mercado.”

En este sentido conviene tener en cuenta en nuestro país, que es el surgir del poder del estado en todo su esplendor durante el siglo XIX, cuando en 1829 se promulga el Código de Comercio, para regular las actividades de industria, comercio, banca, así como el control y la mercantilización de las actividades del pueblo que hasta entonces se llevaban a cabo con relativa libertad.

En mi experiencia en los mercados de la G1 también he observado que esta actividad mancomunada, de forma intencional o corporativista, también actúa de forma consciente o inconsciente, tanto en intentos de fijar alguna equivalencia de la juna para el ámbito de algún mercado por parte de algunas personas, y como los que realizan algún tipo de actividad que podríamos calificar de gremial, más bien corporativista, y también ideológica, se unen para imponer decisiones, a veces con actuaciones que implican manipulaciones, lo que entra en conflicto con el concepto de Libertad unido a la G1 como moneda, consentida por la pasividad de otros miembros que también tienen en cuenta su interés personal, de relaciones interpersonales, etc.

Como podemos ver, no cambiamos mucho, en general, con las “reglas” que imperan en el mundo de las monedas fiat. Para cambiar esta situación es necesario cambiar algo más que la moneda.

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Muy interesante aportación histórica analizando el devenir de una construcción de precios “libres” entorno a relaciones personales y/o colectivas frente aquellas que son impersonales, es decir, sin un referencial concreto y que, pudiera ser más bien, aquel que lo establece alguien (o algunos) y que otros desconocemos.
Si en las relaciones personales la confianza es necesaria en el segundo caso, también, solo que de diferente manera, ya que en el primero son las personas las que tejen la red mientras que con la segunda opción se crean instituciones y normas que estructuran y respaldan una confianza impersonal,que tal como se comenta necesita introducir código mercantíl, entidades crediticias, formulas de cambio … etc.
En realidad ambas utilizan el mismo collar (crear confianza) para desarrollar el modelo, y esta es la base para comenzar los intercambios.
A partir de ahí, si tuviera que elegir entre un modelo interpersonal (creo que muy poco escalable) y otro estructurado (escalable), quizas me quedaría con un híbrido, es decir, con la libertad de utilizar ambos.
Pienso que ambos son perfectamente complementarios y de hecho hoy en dia las relaciones personales influyen muchísimo a la hora de establecer los precio, tanto es así que tengo la enorme suerte y el privilegio de contar con amigos comerciantes que, es verdad, me tratan de diferente manera a la hora de tener que pagar sus productos o servicios.
Supongo que esto nos ocurre a todas y a todos.

Así es, la moneda es un instrumento que (a mi modo de ver) ayuda enormemente en establecer diferentes relaciones con los demás, facilitando intercambios, para compensar y ser recompensado, y conseguir especializarnos en ir mejorando las cosas y avanzar .
El problema no está en la moneda, el problema está en poder hacer entender a todo ser humano que, participando en diferentes subconjuntos, pueden tomar forma de unidad, y si, hay una ética humana, hay unos valores comunes, existen los compromisos y las implicaciones, pues si consiguieramos vernos como un solo organismo (una comun-unidad) nos ocuparíamos de entender y cuidar nuestras otras relaciones, como por ejemplo con la tierra, el agua, el aire, la naturaleza, el espacio … etc … porque también gracias a estas podemos seguir estando y avanzando.
Saludos!!

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Muchas gracias por tu comentario con el que de nuevo coincido en líneas generales.
Las relaciones de confianza (a veces no las hay en los mercados, y sí mucho interés personal disfrazado), y un sistema mestizo (me gusta más que híbrido), donde efectivamente se amplían las posibilidades, y por lo tanto es más plural y responde mejor a las diferentes posiciones personales, para acercarnos a esa comun-unidad.
Saludos!!

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Me llama la atención como los debates alrededor de la G1 suelen centrarse en argumentaciones económicas (mayoritariamente la economía del sistema).

Sin embargo, como ya comenté en este mismo texto, las motivaciones por los que las personas realizan intercambios de productos y servicios en los mercados, van más allá de cuestiones puramente económicas. Algo que también pone de relieve la encuesta (con 350 respuestas) realizada por @LeiaHOrgana en el grupo de Telegram “:bangbang:YA QUE VAS AL ĞMERCA… ME TRAES…?”, la motivación que figura en tercer lugar, con un 60%, sobre lo que las personas buscan en un mercado G1 es “Amistades”.

Y de nuevo en otro libro (“El amanecer de todo. Una nueva historia de la humanidad” – D. Graebe y D. Wengrow – Ariel) encuentro (pag. 36-38) nuevas motivaciones por las que las personas realizan intercambios donde “objetos valiosos podían recorrer enormes distancias en ausencia de nada que se acerque siquiera remotamente a una economía de mercado.” (…) “a menudo hallamos este tipo de redes regionales en gran parte para crear relaciones mutuas amistosas, o como excusa para visitarse unos a otros cada cierto tiempo; hay numerosas otras posibilidades que no parecen en absoluto comercio.”

Tal vez, la antropología, la etnografía y otras ciencias sociales, además de la economía, pueden aportarnos enseñanzas sobre los motivos por los que los seres humanos realizamos intercambios y transacciones, más allá de valores estrictamente económicos.

Y estas cuestiones, que es algo que estaba fuera de mi mirada en los mercados, es algo que he aprendido observando conductas de muchas personas en los mismos. Observo como en muchas ocasiones, estas motivaciones están detrás de las conductas de muchas de las personas que asisten a los mercados de la G1.

Creo que es algo a tener en cuenta, más allá de las motivaciones puramente económicas.

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