¿Moneda Libre en grupos no libres? ¿De verdad?
Debo afirmar en primer lugar que considero la G1 solo una herramienta, no un fin en sí misma. Sin embargo, la calificación de Moneda Libre que se le otorga, debe confirmarse en la utilización de la misma, ya que una herramienta que es libre, si al utilizarla no permite el ejercicio de la libertad, ¿podemos considerarla realmente libre?
He tenido referencias (y mi propia experiencia personal) de la exclusión de personas de grupos de Telegram por parte de sus administradores. Como desconozco los detalles de otros casos, solo utilizaré mi propia experiencia para esta reflexión.
Esa expulsión, no solo me impide participar en el grupo de Telegram de mi zona (A Coruña), sino que también la han extendido a una zona geográfica tan amplia como toda Galicia, sin que en algunos de los grupos de los que se nos ha expulsado hayamos realizado ninguna intervención, y en el de mi zona, no solo era administrador, sino que con otra persona (también expulsada) habíamos coordinado la organización de los cuatro primeros mercados.
Posiblemente podría participar en mercados y eventos de esos grupos, pero para eso tendría que admitir una limitación de mi libertad, o lo que es lo mismo, no participar en igualdad de condiciones con otras personas, lo que supone de hecho que no son mis iguales, por las acciones de algunas personas que dirigen dichos grupos.
Lamentablemente y por las noticias que me llegan, el grupo ha abandonado totalmente la idea del mercado continuo (almacén), el propio mercado se ha reducido al mínimo y los encuentros se han convertido en un chillout, como refleja el cártel del último encuentro. Teniendo en cuenta los antecedentes, no me extraña, pero me entristece, sobre todo teniendo en cuenta el potencial que había empezado a desarrollar, por lo que bastantes personas han abandonado el grupo o no se interesan por el mismo.
Como Telegram permite a los administradores realizar esas expulsiones, parece que es algo que está bien, sin reflexionar con espíritu crítico, ya que en realidad Telegram es sistema, reproduce los valores del sistema. ¿No sería más interesante una reflexión para no reproducir esos valores y crear y utilizar otras normas?
Tal vez por esa falta de reflexión, alguna persona afirma haber participado en estas expulsiones con alegría, aunque se considera a sí mismo como revolucionario, antisistema e innovador. En realidad, no hace más que reproducir lo que el sistema crea en sus bordes como una válvula de escape, y así evitar la confrontación directa con el mismo, para la que hace falta mucho más valor… y axiología.
Son muchas las personas que cuestionan que alguien con mucho dinero y poder, financie la OMS y condicione sus investigaciones y políticas. Sin embargo, si alguna persona tiene una conducta similar (evidentemente, a un nivel mucho más reducido) en un grupo de la G1, con abundantes donaciones colectivas y personales, parece una conducta desprendida y generosa, cuando en realidad, los hechos indican que está comprando su influencia (sin tapujos: poder) en esos grupos, acompañada de certificaciones que prostituyen la Licencia, algo que yo denuncié, y que parece ser el motivo de la expulsión, según sus propias palabras.
Si queremos que la herramienta libre, lo sea de verdad en su puesta en práctica, en los grupos que la utilicen hay que cuidar que dicha libertad sea una referencia ética importante. Que realmente sean colectivos de iguales para evitar el ejercicio de poder por parte de alguna minoría por el simple hecho de ser administrador de un grupo de Telegram, o lo que es lo mismo, por reproducir valores del sistema.
Alguien puede no querer relacionarse con alguna persona por diversas razones y sí hacerlo con otras personas de un mismo grupo. Esa fue mi actitud en algún momento por los ataques y descalificaciones recibidos por parte de algunos miembros desde el primer mercado, y les ofrecimos la posibilidad de organizar lo que les pareciera oportuno, aunque sin colaborar en dicha organización. Si alguna persona impide esa decisión consciente y libre, de relacionarme con quien me apetece, en una comunidad, grupo o territorio, ejerce un poder y por lo tanto me impide el ejercicio de la libertad.
Creo que es importante tener en cuenta que es muy diferente despreciar las ideas que profesan algunas personas, que despreciar las personas que profesan algunas ideas. Al parecer, eso no se ha entendido bien en ningún momento, ya que se nos atacó en lo personal, no en las ideas, mientras nosotros criticamos hechos y conductas y respondimos a los ataques desde argumentos y hechos. Creo que en los grupos se puede estar unidos en el hacer, sin que sea necesario estarlo en la ideología. Creo que hay muchos ejemplos de esto último, y estoy seguro que es la conducta mayoritaria.
Hay quien trabaja por lo colectivo, por lo comunal, sin pedir nada a cambio -porque cree que es su deber, un honor, o es su naturaleza- y hay quien pide xunas hasta por respirar. No lo juzgo, lo señalo, desconozco la situación personal de cada una de esas personas.
Han sido varias las personas que afirman que ante este tipo de situaciones no se puede hacer nada, ya que es un movimiento donde los grupos son descentralizados… ¿de verdad? Descentralizados en su conjunto, pero que pueden ser dirigidos de forma autoritaria cada uno de ellos. ¿Una descentralización de grupos dirigidos autoritariamente?
Parece que no se puede intervenir en un grupo vecino cuando existe un conflicto, sin embargo, sí se puede decidir quién puede o no pertenecer al mismo… ¡desde otro país!
En el grupo que creamos (aunque sin mucho éxito) Galiza Xunista propusimos la figura de los hombres y mujeres de acuerdo basados en esa misma figura presente en la tradición del comunal en Galicia. Su objetivo es la intervención en situaciones de conflicto y/o incumplimiento de acuerdos, con el objetivo, no de sancionar o imponer, sino de llegar a un acuerdo entre las personas involucradas en el conflicto y la reparación de los posibles daños ocasionados. Dicha intervención se realiza a petición, o por propia iniciativa de las personas de acuerdo, siempre con la aceptación de las partes en conflicto. Hay personas con una amplia trayectoria y autoridad moral en la G1 para hacerlo.
¿Por qué no intervienen en estos casos?
¿Por qué hay personas que pese a haberse opuesto a nuestra expulsión, siguen al lado de quienes la han realizado y nos cancelan?
¿Acaso no se convierten, de facto, en cómplices de nuestra expulsión?
Desde la defensa de la igualdad y la libertad, solo se puede estar a favor de combatir cualquier clase de discriminación y explotación en función del sexo, raza, etnia, o clase social. Pero es frecuente que el ser humano cometa la misma falta que denuncia. En ocasiones lo hace a sabiendas, es decir, desde una posición ética cínica. En otras, lo hace de modo inconsciente. Esto último no hace al sujeto inocente, en el sentido de la responsabilidad sobre las consecuencias de sus actos, solo lo hace ingenuo. Y, con demasiada frecuencia, la ingenuidad puede ser una vía privilegiada hacia la maldad.
Vivimos tiempos de buenismo (que no de bondad), de fiesta, disfrute y gozo, frente a la construcción de una alternativa real al estado a través de la práctica de la libertad y el amor. O lo que es lo mismo, de seguimiento de los valores del sistema, en lugar de intentar crear una alternativa al mismo.
Sin quitarle importancia a la celebración y la fiesta, ya que como decía Emma Goldman “si no puedo bailar, no es mi revolución”. Cuestión esta que algunas personas consideramos importante en la G1, ya que puede convertirse en una herramienta de transformación que ayude en el camino a ese objetivo, aunque no haya unanimidad en todos sus usuarios.
El odio es erótico. Como explica el psiquiatra Boris Cyrulnik, es un placer que tiene su correlato físico. El nazi Adolf Eichmann sentía placer al sentenciar a las personas que odiaba. Podemos imaginárnoslo con su bolígrafo, deleitándose en el gesto de la firma, diciéndose a sí mismo: “hago bien mi trabajo; gracias a mí los judíos tendrán el destino que merecen, la «solución final ».” No sentía ninguna vergüenza ni culpa. Hoy es tristemente habitual sentirse en el lado correcto de la historia, que va acompañado de un déficit de sentimientos axiológicos, no solo de vergüenza, sino también de compasión y de admiración, ausentes en quien odia compulsivamente.
Conviene aquí recordar una vez más el concepto de “banalidad del mal” acuñado por Hannah Arendt.
Y sobre este punto aportar las reflexiones del filósofo Diego Fusaro que muestra ser un pensador a contracorriente, y su libro, El nuevo orden erótico (El Viejo Topo), es una afirmación formidable de disidencia:
“El nuevo orden erótico no es más que liberalismo aplicado a la esfera sentimental, la fluidificación y precarización del amor acorde con la fase flexible de acumulación capitalista. (…) El amor es una fuerza revolucionaria y podríamos decir que anticapitalista por definición. Amar significa querer la plenitud del ser del otro, sin compensación, sin interés egoísta, sin interés personal. Volo ut sis, quiero que seas: ésta es la fórmula del amor según Agustín de Hipona. En el amor de una madre por un hijo, o de un padre por una madre, hay un amor desinteresado que vuelca la lógica mercantil que hoy pretende ser la única válida en todos los ámbitos. El turbocapitalismo sin fronteras reduce la sociedad a un mercado global: no acepta padres y madres, ciudadanos y ciudadanas, quiere ver siempre, y en todas partes, consumidores desarraigados que se relacionan entre sí según la lógica (do ut des, doy para que des), del mercado. (…) El amor revela cuán incompletos somos en nuestra individualidad pues para realizarnos necesitamos una relación vital con el otro. Es por eso que hoy el capital no quiere amor, sino solo disfrute, que es más bien una forma de individualismo egoísta. (…) El amor es incompatible con el capital, mientras que el goce lo expresa plenamente. (…) El neolibertinismo, que es el neoliberalismo aplicado a la erótica, no representa la libertad sino el triunfo del capricho individualista del consumo: el capricho individual es la forma más baja de libertad. La verdadera libertad se da en una sociedad de individuos igualmente libres que se relacionan en solidaridad y comunidad.”
Actuar desde el dharma (lo correcto), y hacerlo desde el desapego (sin esperar fruto de la acción), para que la sociedad pueda mejorar, y ser más equilibrada, libre y armoniosa.
Esa es la intención de esta reflexión que comparto con la comunidad G1. Gracias.