Recientemente me han llegado testimonios parecidos desde distintas fuentes, de seres que han acudido con puesto a su primer mercado junero, bien por mediación de alguien o solo por acompañar. Han ofertado su producto en junas (sin tener mucha idea del aprecio a pedir, o incluso haciendo su propia conversión) y después se les ha quedado un sabor agridulce.
En estos casos me parece percibir varias fases:
1. Curiosidad e interés – Lo que les ha llevado a acercarse al mercado con su producto y poner un puesto, unida a la confianza y entusiasmo de quien les ha hablado del tema.
2. Euforia. Se han posicionado en formato vendedor y se han emocionado mucho, la gente ha sido muy afable, las ventas muy buenas, y se han recaudado muchas junas, unidas a las recibidas por poner puesto. En el mundo junista se agradecen mucho los nuevos puestos y productos
3. Desorientación. ¿Y ahora qué? Ese día apenas han dado una vuelta, por falta de tiempo, o quizás por esa precaución de ‘no gastar’o de ‘guardar para cuando no haya’ que se tiene con otras monedas. Y no han visto con qué productos se podían intercambiar las junas adquiridas.
4. Impotencia. Ante la dificultad y la desinformación, porque ni están en los grupos, ni conocen el foro, se encuentran, de esta manera, con una cantidad de moneda G1 que ven imposible de consumir.
5. Decepción. Este proyecto no les gusta, dan por perdido su producto, deciden seguir dedicándose a sus ventas en moneda fiat, y además, se cierran a saber más del tema, además de hacer difusión negativa y trasmitir dudas en cuanto lo oyen nombrar.
¿Cómo podríamos evitar esto? …
Porque los encuentros, los intercambios, son algo más que transacciones económicas, van acompañadas de un cambio de paradigma, e incluso de forma de vida. Hay una transición del mundo fiat al mundo G1, y eso parece que en algunos casos no es tan fácil de trasmitir…
Os invito a dar vuestra opinión…