Hace unos días nos reunimos un grupo de personas del grupo G1 de A Coruña para ver juntos la película “El milagro de Wörgl”, que se ha convertido en un referente para toda la comunidad.
Al finalizar, lo primero que me vino a la mente, y así lo comente en la charla posterior, es la experiencia de las colectivizaciones que se llevaron a cabo durante la guerra civil española -sobre todo en Aragón, Cataluña y Andalucía- en las que se decidió la abolición del dinero en unos casos y en otros se realizaron numerosas emisiones de moneda, respaldadas por organizaciones obreras y por entes municipales. Aunque la casuística es muy polifacética y variada, desde la replicación de billetes con diverso valor en pesetas, a otro tipo de billetes, bonos y vales, incluso realizados a mano, con sellos, o simplemente firmados, y otros sistemas, que en algunos casos suponían una “oxidación” del valor de los mismos.
“Las colectividades de cada localidad elaboraron su propio sistema de intercambio para asegurar una distribución justa y equitativa de los bienes y servicios para impedir la acumulación y la especulación. Cada colectividad emitió su propio dinero local en la forma de certificados, vales, libretas de racionamiento, cupones, etc. que no eran negociables fuera de la colectividad donde se emitían”. (Dinero e intercambio – Sam Dolgoff – Free Life Editions, Nueva York 1974) .
En las comunidades en las que algunos bienes eran abundantes, como pan, vino o aceite, se repartían gratuitamente, mientras aquellos otros artículos más escasos se adquirían mediante cupones en el almacén comunal. Los excedentes se intercambiaban con otros pueblos y comunidades, usando el dinero oficial solo en los casos de aquellas comunidades que no habían adoptado el nuevo sistema.
En algunos casos, donde lo comunal se había adoptado en todos los ordenes de organización, no utilizaban ningún sistema de intercambio. Todas las personas trabajaban y todas recibían lo necesario para cubrir sus necesidades de forma gratuita en la tienda colectivizada, anotando en un libro lo que cada persona retiraba.
En los casos en los que existía algún tipo de trabajo asalariado, este tomó la forma de salario familiar, basado en las necesidades de la familia según los miembros de la misma y no en lo que producían con su trabajo. Cada sistema de salario familiar dependía de la relativa escasez o abundancia de bienes a repartir en cada localidad o colectividad.
Como detalla Gastón Leval en su obra Colectividades libertarias en España, “En Aragón, las colectividades emitieron 250 ó 300 clases diferentes de dinero local, certificados, libretas de racionamiento, etc.” … “…las colectividades solucionaron el problema del dinero e intercambio, con una originalidad, iniciativa y sentido practico que solo puede provocar admiración.”
Esa atomización de sistemas, y la falta de una moneda con valor unificado (aunque en muchos casos utilizasen el nombre de peseta o céntimos de peseta en los billetes emitidos), las organizaciones estatales y comités políticos, como la Federación de Colectividades Campesinas de Levante, crearon un banco como solución a esa falta de valor unificado. Este Banco Central del Trabajo de Cataluña, balanceaba las cuentas entre las colectividades y concedía créditos cuando era necesario, no en efectivo, sino en intercambio de bienes y servicios.
Me ha llamado la atención que la G1 en España utilice la referencia de un hecho ocurrido en Austria (sin quitarle nada del valor que tiene), cuando tenemos referencias más cercanas a nosotros. Estoy seguro que si las personas de esas zonas indagan un poco entre sus mayores, aunque no hayan vivido directamente esas situaciones, mantienen en su memoria el relato de quienes si las vivieron. Estaría bien que compartieran esa memoria que podría contener no solo la referencia de la experiencia, sino alguna lección de aplicación actual. Esa es la única intención de esta nota.
@Vijitâtman